domingo, 14 de junio de 2009

Historia, cultura y territorio de los pueblos amazónicos: Awajun, Achuar y Wampis (Shuar).

Foto: Eric Schniter

Ficciones y verdades de los aguarunas*.

El “otro mundo” amazónico

Los pueblos awajun, achuar y wampis o shuar son parte del tronco lingüístico jíbaro. A pesar de ser numerosos, ninguno de ellos aparece mencionado en las crónicas jesuitas de los siglos XVII y XVIII con los nombres de aguaruna y huambisa. Esto sobre todo porque las reducciones impulsadas por los misioneros en la selva unificaron muchas comunidades indígenas bajo un nombre común. Usualmente se cree que el nombre aguaruna significa hombre de agua, pero ellos históricamente han vivido en zonas interfluviales. Lo más probable es que aguaruna provenga de una combinación de palabras quechuas que significan hombre tejedor, actividad que realizan los awajun.

Historia y territorio

Estas comunidades han habitado desde tiempos ancestrales los territorios de Amazonas, Loreto y San Martín, y no solo no pudieron ser conquistadas por los incas, sino que a lo largo del tiempo han sufrido secularmente los embates de la llamada modernidad. En la década del sesenta del siglo pasado, cuando el gobierno impulsó un programa de fronteras vivas, los awajun sufrieron atropellos, y algunas comunidades perdieron la totalidad de sus tierras.

Los wampis, por su parte, resistieron las invasiones de los mochicas, las incursiones de Huayna Cápac y, finalmente, establecieron contacto a través del trueque con los españoles, quienes bautizaron al Kanús, el gran río wampi, como río Santiago.

Intercambios y crisis

No es cierto que estas poblaciones hayan sido renuentes al contacto con Occidente, a lo largo del tiempo han impulsado múltiples acercamientos culturales y comerciales con la sierra y la costa. Este intercambio dio lugar en el siglo XX a iniciativas de comunicación intercultural como el Programa de Formación de Maestros Bilingües de la Amazonía Peruana, a cargo de las propias comunidades y del Instituto Superior de Loreto. Gredna Landolf, una de las gestoras de este trabajo (uno de cuyos frutos es el hermoso libro “El ojo verde, cosmovisiones amazónicas”, dice que estos pueblos tienen acumulado mucho conocimiento y sabiduría y que nosotros, los occidentales, tenemos mucho que aprender de ellos. Lo que veo ahora es que ni siquiera se les escucha como cultura. Por eso sucede lo que ha pasado en estos días”, dice.

“Amazonas, donde viven estas poblaciones —agrega el profesor de la Universidad Católica y director de Perú descentralizado Rudecindo Vega Centeno—, es una clara expresión de coexistencia de diferentes manifestaciones culturales, pero nadie dice que, según el INEI, justamente en la provincia de Condorcanqui, donde habitan estas comunidades, la pobreza ha aumentado en los últimos tiempos. Los amazonenses viven menos años, tienen menos escolaridad y su ingreso familiar per cápita es 25% menos que el promedio nacional”.

[*] Información, fotografías y dibujos tomados de “El ojo verde, cosmovisiones amazónicas”. G. Landolt, ed./ Formabiap-Aidesep. 2004, Lima, Fundación Telefónica.

Agua, tierra y cielo

La cosmovisión de estos pueblos sobre el mundo que los rodea difiere de la visión occidental del territorio. “Para nosotros el mundo está formado en tres pisos: agua, tierra y espacio”, dice César Tii Ilkam, cuyo nombre en awajun quiere decir “monte duro”.

Gerardo Petsaín es profesor bilingüe y artista wampi, algunos de cuyos dibujos ilustran esta página. “Tiempo me tomó comprender que en la cosmovisión de mi pueblo existían tres partes o espacios fundamentales: Ensa (agua), Nunka (tierra) y Nayaim (cielo)”, dice. “En el agua viven los tunki shuar, dueños de este lugar acuático; ellos viven así como nosotros en la tierra, tienen cosas materiales y animales de todo tipo. Ellos consideran perro a una boa, chancho a un zúngaro, gallinas a diferentes tipos de pescados. Nunka, la tierra, es la parte con la que nosotros tenemos más relación y tenemos mucho conocimiento. La tierra tiene todos los elementos. Todos esos elementos se relacionan y nosotros nos relacionamos con los seres que viven en el agua, en la tierra y en el cielo. En la tierra viven todo tipo de animales, árboles, ríos, quebradas, cerros, colpas y lo más importante para nosotros las cataratas (tuna). A una catarata vas para bañarte, es un agua muy limpia, donde te puede sanar toda tu saladería. Y puedes respirar mejor, mejor viento, mejor aire, frescura, puedes pensar. Por eso puedes tener ese ánimo de trabajar y estar bien junto a tus familiares y solucionar problemas. Los que desean encontrar visión y poder van a la catarata”.

Fuente: Diario El Comercio. Domingo 14 de junio del 2009.

2 comentarios:

Juan dijo...

Toda un asimbología esa que no estamos los "civilizados" preparados para entender en nuestras mentes. Dede ser fascinante viajar y conocer la selva.

Eddy Romero Meza dijo...

En las sociedades amazónicas (como en la antigua tradición oriental), la tierra y el hombre son concebidos como una unidad. El hombre es indesligable de la tierra, pues es parte de ella (relación armónica). Esto, lamentablemente, varía en las sociedades occidentales donde hombre y tierra se oponen, en una suerte de hombre versus naturaleza (dicotomía y contraposición). Es extraña esta forma de entender el mundo en occidente (palabra que curiosamente deriva de “occiso” o muerte). Sin duda la mirada de los pueblos originarios de la selva es más profunda (holística), y hermosa. Deberíamos ser más humildes y aprender de ellos.

Saludos!